Ana Laura Aláez

Por Ana Laura Aláez
(en el catálogo de la exposición, 2001)

BROTHEL
Brothel es una habitación con estética oriental. Una instalación en la que se expone tu intimidad y se venden tus sueños. Un espacio metafórico para el relax. Un contexto confortable para el sexo y el sueño reparador.
Brothel es una instalación de carácter profano pero, a la vez, dota al museo de cualidades confortables propias de un concepto de hábitat que ya existe en la mente o imaginación del espectador. No es un espacio de paso: invita a quedarse, o al menos, indica que un museo puede ser una casa, con sus diferentes estancias independientes para diferentes personas que tienen sus propias reglas de comportamiento o actitud vital.
Brothel se presenta en Barcelona con una versión distinta a las anteriores localizaciones. Lo concebí por primera vez en 1999, en la Galería Juana de Aizpuru de Madrid. Después se ha podido visitar en el Kunstmuseum de Bonn, en el Kunst Stiftung Ludwig de Viena, en la Bienal del Metropolitan Art Museum de Pusan en Korea, y en el Koldo Mitxelena de San Sebastián. Es muy interesante cómo siendo la misma instalación se representa de distinta forma, cómo nacen y se suprimen elementos. Y lo que es más interesante, cómo responde de una manera tan distinta el espectador. Mis instalaciones tienen un punto en común: el arte se camufla entre los elementos cotidianos. Brothel es un buen ejemplo en este sentido: todo parece hecho para contemplar, tocar y usar. La aparente naturalidad con la que se muestran los elementos crea la sospecha de una posible presencia femenina. Nos podríamos figurar cómo es Ella. Personalmente imagino una mujer camaleónica que disfruta de su belleza. Se esconde un rostro lunar que te mira para ser contemplado. Participar de la intimidad es una clave del lenguaje estético contemporáneo: la sexualidad de las personas, su vida sentimental, los gustos culinarios, cómo son sus casas, los cosméticos que utilizan, sus diseñadores de ropa favoritos, los secretos para mantenerse en forma, los viajes que emprenden, qué leen, etc, etc... Olemos y sabemos distinto, sin embargo, es muy difícil encontrar sorpresas. Y más difícil aún es comunicarse. Necesitamos espacios vividos que nos den pistas. El elemento protagonista de este hábitat de color cereza es la cama. Ese espacio horizontal con una proyección semejante en forma de alfombra. En definitiva, un lienzo de seda, en el cual quedan las huellas como prueba definitiva de que ha ocurrido o que va a pasar algo. El tema musical que lleva el mismo título que la instalación es el primer track del proyecto musical que realizo con el dúo de música electrónica Silvania. Mi voz unifica el espacio.

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