El montaje. La construcción del relato

El material audiovisual filmado es posteriormente realizado y editado por el equipo del programa construyendo las tramas argumentales. En ellas interactúan la personalidad de los participantes seleccionados, las condiciones de vida especiales establecidas por los programadores y el contexto que rodea al programa, incluido el público mayoritario.
Es el contexto manipulado el que da sentido a la historia y a los personajes en esta televisión de la experiencia, no es el sentido el que crea un contexto para su transmisión. Este nuevo estilo de televisión se rige por la ley del mínimo esfuerzo en la generación del texto. El mensaje se genera creando un contexto. Son las imágenes de los protagonistas ante la cámara las que generan una continuidad narrativa. Es la situación creada de convivencia de distintas personas la que genera las tramas emocionales, con un ingrediente de azar o imprevisibilidad que atrae enormemente la curiosidad del espectador.
Los participantes se convierten en personajes no porque su carácter tenga un interés especial sino por su forzada continuidad en la pantalla. Son los programadores y realizadores los que construyen un mundo lleno de instantes simbólicos de relación humana. Para ello escogen las escenas más significativas o el perfil psicológico que previsiblemente producirá tales escenas, y se apoyan en una banda sonora recurrente o en la velocidad lenta para grabar determinados gestos o miradas. Seleccionan las imágenes que desean, recortan las frases que quieren convertir en sound bites, ofrecen un lado del comportamiento o definen los caracteres. “Gran Hermano es un programa heredero de la visión por “zapping” televisivo y nos presenta un producto ya troceado y repartido en múltiples programas, capaz de evocar una historia con una sola escena, de definir a un tipo humano por una frase”.
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[1] Aladro, E: “De la telenovela a la televigilancia. Gran Hermano y la nueva era del perspectivismo relacional en la televisión”. CIC, Cuadernos de Información y Comunicación, 5, 2000. Universidad Complutense de Madrid. p.292.

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