Hsia-Fei Chang


Extracto del texto:
Le Libre: son imaginaire, son aménagement, ses trucspour s' en sortir.
Jean Charles Masséra, 1999.
(en el catálogo de la exposición, 2001)

"Que nadie se engañe, la calle no es ni el espacio de un desfile de maniquís en el que hacemos revolotear nuestra ropa, ni una pista de maratón en la que hay que abrirse paso a codazos para ganar la carrera. Hay que caminar con paso uniforme, comedido, sin movimiento brusco, desordenado, respetando el flujo de los viandantes y sometiéndose a un código que, aunque no sea tan imperativo como el de los conductores, prescribe reglas. Hsia-fei Chang lo ha entendida perfectamente. Sin embargo los códigos del saber estar no lo explican todo. ¿Por qué semejante concentración de amas y de caniches en un perímetro tan restringido? ¿Pasa el lazo social por el reino animal? Estas cuestiones esenciales no pueden eludirse y la observación del video de Hsia-Fei Chang difundido en circuito cerrado en uno de los escaparates de Polo Ralf Lauren en el lugar mismo en el que, con la ayuda de una placita con bancos y árboles, se concentra el mayor numero de caniches, mostraba que las posiciones respectivas de los actores concernidos descansan a menudo sobre malentendidos e incomprensiones. ¿Qué nos mostraba ese video? Durante quince minutos, una cámara sigue el recorrido de una joven por los barrios chics de una ciudad francesa. Una joven que mira escaparates, se para en la terraza de un café, se va, se va. Una mujer que pasea a Kiki. Kiki está atado, pero Kiki es un hueso. Primero, desde el punto de vista del instinto, resulta patente que la mayoría de los viandantes podía sentir repulsión viendo ese hueso en torno al cual todavía podían distinguirse algunos trozos de carne.
En la práctica, esa visión del animal de compañía metamorfoseado en hueso, es decir en su propio objeto de deseo (soy el hueso que deseo), se traducía mediante un proceso de inversión del proceso de atracción. De hecho, si el hueso no puede atraer a las amas de otros caniches, puede ser que esos mismos caniches se sientan atraídos por ese hueso. No obstante, el vídeo no revela el rastro de ningún perro tras Kiki.En cambio, la opción de la cámara subjetiva filmando obsesivamente las piernas de la joven cuestionaba nuestra condición de viandantes. Más precisamente, nuestra condición de viandantes que miraban escaparates se transformaba de repente en condición de viandante siguiendo a una joven como algunos perros siguen a un hueso. Esta elocuente redefinición del lazo social, basada esencialmente sobre una concepción masculina de la relación hacia el Otro, una relación en la que la conciencia viandante transforma al ama en objeto de deseo, trastocaba todas las reglas del saber estar. En efecto, cuando se anda por la calle, la primera regla es la de no provocar aglomeraciones y la de no obstruir la acera."

www.hsia-fei.com

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