Por Clara Aparicio Yoldi
2005
Siempre ha existido un desajuste entre el arte y la sociedad. El arte siempre ha sido elitista y siempre ha estado lejos de la sociedad. Eran unos pocos los que se dedicaban a ello, tanto creadores como espectadores. Y las obras de arte del pasado que conocemos hoy las conocemos porque han estado siempre cerca del poder, del que hace la historia. Los artistas que conocemos hoy siempre han estado al servicio de la religión (para adoctrinar), cerca de la monarquía (para realzar su poder) o de las clases burguesas que se “dedican al arte” (subvencionan el arte) porque tienen que llenar su tiempo ocioso o las estancias y paredes de sus palacios.
Siempre ha estado en manos de los “expertos” (críticos o historiadores) el poder de establecer los valores para juzgar el arte y el poder de hacerlo perdurar en el tiempo. Son sus opiniones subjetivas las que van dictando las normas según las modas. Estas modas siempre se han basado en dos aspectos: en los avances tecnológicos (los medios utilizados para crear “arte” van cambiando con las épocas) y en el poder (quién tiene el poder, qué es lo que se puede decir y qué es lo que no, qué es lo que se va a dar a conocer y qué es lo que no, qué es lo que va a perdurar en el tiempo y qué es lo que no).
Con los avances tecnológicos cada vez se van haciendo más fáciles cosas que antes requerían una cierta habilidad. Por eso las corrientes principales a partir de los años sesenta del siglo veinte se basan cada vez más en lo conceptual. También por ello surgen nuevas herramientas para la creación artística como las recientes técnicas digitales.
La sociedad además tiene cada vez más “libertad” a la hora de expresarse y cuenta con más medios tanto para crear “arte” como para transmitirlo. La gente tiene cada vez más acceso al arte y más oportunidad de opinar, por eso hay muchas tendencias que principalmente son una autocrítica al mundo del arte. Se replantean ciertos valores que hasta ahora nos habían sido impuestos.
A pesar de la paulatina democratización del arte (cada vez más gente tiene acceso a las manifestaciones artísticas), el arte sigue sin ajustarse a su entorno. Pero ahora el problema que desajusta el arte y la sociedad es la sobreabundancia (tanto de obras a las que podemos acceder como de teorías o crítica artística). Esperemos a que el tiempo metabolice todo este “nuevo arte” y surja una crítica de arte basada en nuevos valores, tanto ideológicos como formales, porque eso será lo que perdurará en el tiempo y lo que se convertirá en símbolo de nuestra época.
Siempre ha estado en manos de los “expertos” (críticos o historiadores) el poder de establecer los valores para juzgar el arte y el poder de hacerlo perdurar en el tiempo. Son sus opiniones subjetivas las que van dictando las normas según las modas. Estas modas siempre se han basado en dos aspectos: en los avances tecnológicos (los medios utilizados para crear “arte” van cambiando con las épocas) y en el poder (quién tiene el poder, qué es lo que se puede decir y qué es lo que no, qué es lo que se va a dar a conocer y qué es lo que no, qué es lo que va a perdurar en el tiempo y qué es lo que no).
Con los avances tecnológicos cada vez se van haciendo más fáciles cosas que antes requerían una cierta habilidad. Por eso las corrientes principales a partir de los años sesenta del siglo veinte se basan cada vez más en lo conceptual. También por ello surgen nuevas herramientas para la creación artística como las recientes técnicas digitales.
La sociedad además tiene cada vez más “libertad” a la hora de expresarse y cuenta con más medios tanto para crear “arte” como para transmitirlo. La gente tiene cada vez más acceso al arte y más oportunidad de opinar, por eso hay muchas tendencias que principalmente son una autocrítica al mundo del arte. Se replantean ciertos valores que hasta ahora nos habían sido impuestos.
A pesar de la paulatina democratización del arte (cada vez más gente tiene acceso a las manifestaciones artísticas), el arte sigue sin ajustarse a su entorno. Pero ahora el problema que desajusta el arte y la sociedad es la sobreabundancia (tanto de obras a las que podemos acceder como de teorías o crítica artística). Esperemos a que el tiempo metabolice todo este “nuevo arte” y surja una crítica de arte basada en nuevos valores, tanto ideológicos como formales, porque eso será lo que perdurará en el tiempo y lo que se convertirá en símbolo de nuestra época.
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