

2006
Arte y feminismo:
- Las artistas alcanzan menor reconocimiento internacional que los artistas.
- Se invierte mucho menos en artistas mujeres que en artistas varones.
- Las obras realizadas por mujeres alcanzan menores precios.
- Salvo contadas excepciones no figuran en los libros de Historia del Arte mujeres artistas.
Estas estadísticas son reflejo de que la opresión de género tiene una base social y política y de que no es casual ni arbitraria la exclusión de las mujeres en el arte. La representación de las mujeres en el arte es tarea de los artistas varones que determinan los ideales de belleza y el comportamiento de cada época.
El hombre como artista es propietario del cuerpo de la mujer, él lo recrea y lo convierte en objeto cultural, y la mujer no es más que una representación del imaginario masculino. A lo largo de la historia el arte ha servido para imponer unos determinados roles a mujeres y hombres y unos ideales de lo “femenino” y lo “masculino”.
Como los artistas se nutren del trabajo de otros artistas, y la disciplina del arte ha sido esencialmente practicada por hombres, hoy en día las mujeres artistas se encuentran con la dificultad de poder apreciar su propia genealogía y aprender de ella para producir sus propias imágenes. Es prácticamente inexistente la obra de artistas mujeres en los libros de Historia del Arte y en las cátedras de las universidades.
Es la mirada masculina la que se ha internado en la sociedad como parámetro para construir el cuerpo de la mujer e incluso a la mujer misma. La imagen y el rol de la mujer se va modificando a lo largo de la historia acorde a los ideales en boga en cada periodo. Se construyen así los estereotipos de hombre y de mujer, se les imponen maneras de comportarse según su género.
La opresión que sufre la mujer se manifiesta de esta manera en la no libertad de poder decidir sobre el propio cuerpo, ya que éste es solamente una representación del imaginario masculino, en la dificultad de poder representarse sin tener el peso de la mirada masculina determinando su propia mirada, y en la dificultad de acceder a una educación artística que les permita conocer la historia del arte hecha por mujeres y conectar con ellas mismas como artistas a través de sus obras.
Si no conocemos el nombre de grandes mujeres artistas no se debe sólo al hecho de que la Historia del Arte haya sido escrita por hombres. No podemos olvidar que el rol doméstico, reservado tradicionalmente a la mujer, le ha impedido acceder a una educación artística completa, y también la posibilidad de ser artista remunerada activa en el mercado artístico.
La primera estrategia del feminismo fue elaborar listas de mujeres artistas olvidadas, para demostrar la igualdad entre los dos sexos, y para denunciar esta omisión intencionada. Durante los años 70, cuando surgió la segunda ola del feminismo o feminismo radical, las artistas protestaron para conseguir igualdad de derechos en museos y academias, organizaron exposiciones propias, proliferaron proyectos artísticos autogestionados y empezaron a romper las estructuras, denunciando desde la realización de otras prácticas artísticas esa condición de género universal masculino atribuido al arte.
En la década de los 70 artistas como Judy Chicago o Miriam Schapiro consolidaron la idea de la existencia de una sensibilidad artística femenina diferenciada. Su obra se basaba en temas como la menstruación o la maternidad. Enseguida aparecieron críticas a este feminismo que presupone una esencia común a todas las mujeres derivada de su constitución biológica. Artistas, como Faith Ringgold, denunciaban en su obra que el supuesto sujeto femenino "universal" era ficticio. Este sujeto era falso porque excluía a las mujeres que no correspondían a los parámetros de mujer blanca, occidental y heterosexual y porque además se basaba en un determinismo biológico.
A partir de la década de los ochenta, descartada la idea de un arte femenino universal, predominan las teorías constructivistas de la identidad sexual. Éstas apuestan por el género entendido como un proceso cultural que se vertebra a través de ciertos procesos sociales. Así pues, desde esta postura, no hay un arte de mujeres diferenciado del de los hombres sino que hay tantas propuestas artísticas como personalidades creadoras.En este contexto surge en Estados Unidos el grupo de mujeres artistas Guerrilla Girls, que se fundó en 1985 y sigue trabajando en nuestros días.
- Se invierte mucho menos en artistas mujeres que en artistas varones.
- Las obras realizadas por mujeres alcanzan menores precios.
- Salvo contadas excepciones no figuran en los libros de Historia del Arte mujeres artistas.
Estas estadísticas son reflejo de que la opresión de género tiene una base social y política y de que no es casual ni arbitraria la exclusión de las mujeres en el arte. La representación de las mujeres en el arte es tarea de los artistas varones que determinan los ideales de belleza y el comportamiento de cada época.
El hombre como artista es propietario del cuerpo de la mujer, él lo recrea y lo convierte en objeto cultural, y la mujer no es más que una representación del imaginario masculino. A lo largo de la historia el arte ha servido para imponer unos determinados roles a mujeres y hombres y unos ideales de lo “femenino” y lo “masculino”.
Como los artistas se nutren del trabajo de otros artistas, y la disciplina del arte ha sido esencialmente practicada por hombres, hoy en día las mujeres artistas se encuentran con la dificultad de poder apreciar su propia genealogía y aprender de ella para producir sus propias imágenes. Es prácticamente inexistente la obra de artistas mujeres en los libros de Historia del Arte y en las cátedras de las universidades.
Es la mirada masculina la que se ha internado en la sociedad como parámetro para construir el cuerpo de la mujer e incluso a la mujer misma. La imagen y el rol de la mujer se va modificando a lo largo de la historia acorde a los ideales en boga en cada periodo. Se construyen así los estereotipos de hombre y de mujer, se les imponen maneras de comportarse según su género.
La opresión que sufre la mujer se manifiesta de esta manera en la no libertad de poder decidir sobre el propio cuerpo, ya que éste es solamente una representación del imaginario masculino, en la dificultad de poder representarse sin tener el peso de la mirada masculina determinando su propia mirada, y en la dificultad de acceder a una educación artística que les permita conocer la historia del arte hecha por mujeres y conectar con ellas mismas como artistas a través de sus obras.
Si no conocemos el nombre de grandes mujeres artistas no se debe sólo al hecho de que la Historia del Arte haya sido escrita por hombres. No podemos olvidar que el rol doméstico, reservado tradicionalmente a la mujer, le ha impedido acceder a una educación artística completa, y también la posibilidad de ser artista remunerada activa en el mercado artístico.
La primera estrategia del feminismo fue elaborar listas de mujeres artistas olvidadas, para demostrar la igualdad entre los dos sexos, y para denunciar esta omisión intencionada. Durante los años 70, cuando surgió la segunda ola del feminismo o feminismo radical, las artistas protestaron para conseguir igualdad de derechos en museos y academias, organizaron exposiciones propias, proliferaron proyectos artísticos autogestionados y empezaron a romper las estructuras, denunciando desde la realización de otras prácticas artísticas esa condición de género universal masculino atribuido al arte.
En la década de los 70 artistas como Judy Chicago o Miriam Schapiro consolidaron la idea de la existencia de una sensibilidad artística femenina diferenciada. Su obra se basaba en temas como la menstruación o la maternidad. Enseguida aparecieron críticas a este feminismo que presupone una esencia común a todas las mujeres derivada de su constitución biológica. Artistas, como Faith Ringgold, denunciaban en su obra que el supuesto sujeto femenino "universal" era ficticio. Este sujeto era falso porque excluía a las mujeres que no correspondían a los parámetros de mujer blanca, occidental y heterosexual y porque además se basaba en un determinismo biológico.
A partir de la década de los ochenta, descartada la idea de un arte femenino universal, predominan las teorías constructivistas de la identidad sexual. Éstas apuestan por el género entendido como un proceso cultural que se vertebra a través de ciertos procesos sociales. Así pues, desde esta postura, no hay un arte de mujeres diferenciado del de los hombres sino que hay tantas propuestas artísticas como personalidades creadoras.En este contexto surge en Estados Unidos el grupo de mujeres artistas Guerrilla Girls, que se fundó en 1985 y sigue trabajando en nuestros días.


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