Durante años Goya pintó cuadros, hizo dibujos, grabados y aguafuertes relacionados con la violencia y la guerra. Tanto en los Disparates, como en los Desastres o en los Caprichos, así como en múltiples dibujos y pinturas, el tema de la violencia y de la guerra están presentes: fusilamientos de hombres y mujeres, violaciones, incendios de hospitales, imaginarias brutalidades y masacres, torturas y condenas de la Inquisición, etc.
Goya vivió la brutalidad de una guerra que asoló el país. Vivió venganzas, matanzas y asesinatos; cómo se destruían ciudades y campos; y vio cómo el rencor y el odio volvían bestia salvaje al hombre. Sus cuadros sobre la guerra, y sobre todo Los Desastres de la guerra (1810-12), ochenta láminas inventadas y grabadas al aguafuerte, expresan los sentimientos de Goya sobre los horrores y desastres de la guerra. Goya nos dice que la guerra es la insensatez, la estupidez, la demostración de la invalidez del hombre.
El Goya anciano conversa con el Goya joven en la habitación de su casa en Burdeos (sobre la ilustración, los liberales, la invasión de España por el ejército francés, etc.) y de pronto se inserta una larga secuencia en la que el grupo de teatro La fura del Baus hace una maravillosa reconstrucción de la serie pictórica de Los Desastres de la guerra. Este conjunto de láminas representa una serie de escenas casi cinematográficas por lo que la solución de llevarlas a la pantalla resulta impresionante.
Un cielo anubarrado y tenebroso domina el campo castellano al atardecer. La luz es semejante a una pintura romántica del alemán Caspar David Friedrich, de tonos verdosos, rojos y amarillos, que contrastan fuertemente con las partes en penumbra y las figuras a contraluz. El paisaje se extiende hasta el horizonte, donde se ven las siluetas oscuras de unos montes que contrastan con el cielo enrojecido.
Por el camino embarrado y bajo el cielo que preludia una tormenta, cientos de personas huyen de un peligro todavía desconocido, pero que va haciéndose presente. Huyen de la guerra, de su violencia y su brutalidad.
Estas escenas de huída recuerdan a las escenas casi cinematográficas de Los Desastres en las que hombres, mujeres, niños y sus perros avanzan con dificultad llevando sus enseres sobre las espaldas, en carros y carretas. La presencia de mujeres y de animales domésticos en estas escenas de huída puede verse muy bien en el Desastre nº45: Y esto también.
Los muertos se amontonan en el suelo (Desastres nº22: Tanto y más y nº63: Muertos recogidos), las personas vivas cargan con los heridos (Desastre nº20: Curarlos, y a otra), otros roban a los muertos (Desastre nº16: Se aprovechan), etc. La historia de la niña que ve cómo matan a su madre proviene del Desastre nº50: Madre infeliz.
Tras mostrar estas secuencias de la huída el director introduce un primer plano del rostro de Goya anciano recordando, que sirve para separar esta primera secuencia de la siguiente en la que, ya de noche, se nos muestran escenas violentas que tuvieron lugar en esta guerra. Los soldados franceses avanzan fusilando a los españoles (Desastres nº15: Y no hay remedio y nº26: No se puede mirar) o los españoles atacan brutalmente a soldados franceses (Desastre nº28: Populacho). Hay un plano de fusilamientos que reproduce el cuadro de El 3 de mayo en Madrid: los fusilamientos (1814, Museo del Prado, Madrid).
Otra vez el rostro de Goya sirve para separar las escenas y ahora llegan, como si fuera una obra en tres actos, las escenas que muestran los resultados de esta guerra. Amanece nevando y sobre el suelo blanco se amontonan los cadáveres que están siendo enterrados (Desastre nº27: Caridad), aparecen personas clavadas en los árboles (Desastre nº39: Grande hazaña! Con muertos!) o ahorcadas (Desastre nº36: Tampoco).
Goya vivió la brutalidad de una guerra que asoló el país. Vivió venganzas, matanzas y asesinatos; cómo se destruían ciudades y campos; y vio cómo el rencor y el odio volvían bestia salvaje al hombre. Sus cuadros sobre la guerra, y sobre todo Los Desastres de la guerra (1810-12), ochenta láminas inventadas y grabadas al aguafuerte, expresan los sentimientos de Goya sobre los horrores y desastres de la guerra. Goya nos dice que la guerra es la insensatez, la estupidez, la demostración de la invalidez del hombre.
El Goya anciano conversa con el Goya joven en la habitación de su casa en Burdeos (sobre la ilustración, los liberales, la invasión de España por el ejército francés, etc.) y de pronto se inserta una larga secuencia en la que el grupo de teatro La fura del Baus hace una maravillosa reconstrucción de la serie pictórica de Los Desastres de la guerra. Este conjunto de láminas representa una serie de escenas casi cinematográficas por lo que la solución de llevarlas a la pantalla resulta impresionante.
Un cielo anubarrado y tenebroso domina el campo castellano al atardecer. La luz es semejante a una pintura romántica del alemán Caspar David Friedrich, de tonos verdosos, rojos y amarillos, que contrastan fuertemente con las partes en penumbra y las figuras a contraluz. El paisaje se extiende hasta el horizonte, donde se ven las siluetas oscuras de unos montes que contrastan con el cielo enrojecido.
Por el camino embarrado y bajo el cielo que preludia una tormenta, cientos de personas huyen de un peligro todavía desconocido, pero que va haciéndose presente. Huyen de la guerra, de su violencia y su brutalidad.
Estas escenas de huída recuerdan a las escenas casi cinematográficas de Los Desastres en las que hombres, mujeres, niños y sus perros avanzan con dificultad llevando sus enseres sobre las espaldas, en carros y carretas. La presencia de mujeres y de animales domésticos en estas escenas de huída puede verse muy bien en el Desastre nº45: Y esto también.
Los muertos se amontonan en el suelo (Desastres nº22: Tanto y más y nº63: Muertos recogidos), las personas vivas cargan con los heridos (Desastre nº20: Curarlos, y a otra), otros roban a los muertos (Desastre nº16: Se aprovechan), etc. La historia de la niña que ve cómo matan a su madre proviene del Desastre nº50: Madre infeliz.
Tras mostrar estas secuencias de la huída el director introduce un primer plano del rostro de Goya anciano recordando, que sirve para separar esta primera secuencia de la siguiente en la que, ya de noche, se nos muestran escenas violentas que tuvieron lugar en esta guerra. Los soldados franceses avanzan fusilando a los españoles (Desastres nº15: Y no hay remedio y nº26: No se puede mirar) o los españoles atacan brutalmente a soldados franceses (Desastre nº28: Populacho). Hay un plano de fusilamientos que reproduce el cuadro de El 3 de mayo en Madrid: los fusilamientos (1814, Museo del Prado, Madrid).
Otra vez el rostro de Goya sirve para separar las escenas y ahora llegan, como si fuera una obra en tres actos, las escenas que muestran los resultados de esta guerra. Amanece nevando y sobre el suelo blanco se amontonan los cadáveres que están siendo enterrados (Desastre nº27: Caridad), aparecen personas clavadas en los árboles (Desastre nº39: Grande hazaña! Con muertos!) o ahorcadas (Desastre nº36: Tampoco).
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