
Por Xabier Arakistain
(en el catálogo de la exposición, 2001)
Ocaña es un magnífico ejemplo de persona y artista atípico. Su imagen y el personaje que hizo de si mismo era una curiosa mezcla de femineidad y rebeldía que no tenía nada que ver con las de las reinas de la belleza estándar que muchos travestís han solido y suelen imitar.
Llevaba un "look" entre progre contestataria/o y de travesti de pueblo (dependiendo de las ocasiones) que era la antítesis no ya de Morgan Fairchild sino incluso, por ejemplo, de la divina Divine. Me acuerdo perfectamente que cuando le conocí a principios de los 80 en un desfile de moda alternativa en el que participábamos las dos. Salió a la pasarela con un vestido de novia blanco, unas botas como de pintor bohemio que llevaba a menudo y maquillada literalmente como le dio la gana. La imagen impactaba contra las imágenes del glamour clásicas, y contra las del glamour "gothic" que llevábamos nosotros. El desfile tuvo lugar en la plaza abarrotada de un pueblo de la costa vasca y lió una buena, le fascinaba salir delante de todas aquellas familias en pleno a decir con su performance que el también existía y lo que le parecía el matrimonio. Tenía tanta energía en la pasarela. Sus pinturas, esculturas e instalaciones, que fui a ver al día siguiente en una galería de San Sebastián, también tenían esa pasión por el pueblo que demostró en la pasarela la noche anterior. Aquella exposición, que por cierto tuvo un gran éxito de público y crítica, dejaba ver claramente las tensiones que existen entre conceptos como el de arte elitista y el de arte social. Me sorprendió muchísimo su forma de entender los rituales populares andaluces relacionados con el catolicismo y sobre todo sus estrategias para participar en ellos transformándolos y haciéndose un hueco en ellos. Las esculturas "Pastora Divina" y "Asunción Gloriosa", ambas de 1982, que exhibimos en esta exposición, pertenecen a las instalaciones-altares que Ocaña levantaba desde su particular posición de sujeto marginado y proponen un acercamiento hacia este artista total que lamentablemente ha sido privado del lugar que merece en nuestra particular historia del arte.
Ocaña es un magnífico ejemplo de persona y artista atípico. Su imagen y el personaje que hizo de si mismo era una curiosa mezcla de femineidad y rebeldía que no tenía nada que ver con las de las reinas de la belleza estándar que muchos travestís han solido y suelen imitar.
Llevaba un "look" entre progre contestataria/o y de travesti de pueblo (dependiendo de las ocasiones) que era la antítesis no ya de Morgan Fairchild sino incluso, por ejemplo, de la divina Divine. Me acuerdo perfectamente que cuando le conocí a principios de los 80 en un desfile de moda alternativa en el que participábamos las dos. Salió a la pasarela con un vestido de novia blanco, unas botas como de pintor bohemio que llevaba a menudo y maquillada literalmente como le dio la gana. La imagen impactaba contra las imágenes del glamour clásicas, y contra las del glamour "gothic" que llevábamos nosotros. El desfile tuvo lugar en la plaza abarrotada de un pueblo de la costa vasca y lió una buena, le fascinaba salir delante de todas aquellas familias en pleno a decir con su performance que el también existía y lo que le parecía el matrimonio. Tenía tanta energía en la pasarela. Sus pinturas, esculturas e instalaciones, que fui a ver al día siguiente en una galería de San Sebastián, también tenían esa pasión por el pueblo que demostró en la pasarela la noche anterior. Aquella exposición, que por cierto tuvo un gran éxito de público y crítica, dejaba ver claramente las tensiones que existen entre conceptos como el de arte elitista y el de arte social. Me sorprendió muchísimo su forma de entender los rituales populares andaluces relacionados con el catolicismo y sobre todo sus estrategias para participar en ellos transformándolos y haciéndose un hueco en ellos. Las esculturas "Pastora Divina" y "Asunción Gloriosa", ambas de 1982, que exhibimos en esta exposición, pertenecen a las instalaciones-altares que Ocaña levantaba desde su particular posición de sujeto marginado y proponen un acercamiento hacia este artista total que lamentablemente ha sido privado del lugar que merece en nuestra particular historia del arte.
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