Sex und romance






Por Xabier Arakistain y Rosa Martínez, las comisarias
(en el catálogo de la exposición, 2001)

ROSA- - El sexo y el amor son dos motores fundamentales del comportamiento humano, desde la óptica feminista es muy importante analizar cómo se construyen social y culturalmente estos conceptos. Podríamos empezar definiendo la diferencia entre las categorías de sexo, género y sexualidad.
ARAKIS.- Los tres términos vienen del paradigma biomédico (biología, medicina, psicología y sexología) que se instauró en el siglo XIX. El concepto de sexo tiene sus raíces en la biología y estructura y divide a la especie humana, a través de sus genitales, en varones y mujeres. Siempre can la pretensión de que creamos que esta distinción es neutra, objetiva e imparcial. El concepto de género ha sido distinguido del de sexo por las teóricas sociales feministas como el conjunto de expectativas, actitudes y valores que cada cultura construye socialmente y adjudica a hombres y mujeres por el hecho de nacer con uno u otro sexo. La sexualidad se refiere a la conducta y al deseo sexual, por ejemplo, heterosexual u homosexual. Por lo tanto son tres cosas distintas. El problema es que estos tres términos se solapan según el paradigma biomédico que es de corte naturalista, ya que afirma que el sexo es natural y proyecta una ilusión que pretende hacernos creer que el varón-masculino-heterosexual y la mujer-femenina-heterosexual son los prototipos "naturales" de la especie humana. Desde luego esta distinción está muy lejos de ser neutra, puesto que sostiene las sociedades patriarcales dominadas por los varones. En 1949, Simone de Beauvoir con su afirmación "no se nace mujer, se hace" inaugura una vía de pensamiento desde las ciencias sociales que conseguirá demostrar científicamente que tanto el sexo, como el género y la sexualidad son construcciones sociales y que las relaciones entre las tres categorías también son sociales. A estas alturas todo el mundo comprende (o debería comprender) que la orientación sexual es una opción personal y que nada tiene que ver con el sexo o con el género. Por ejemplo, se puede ser mujer, muy femenina y lesbiana. También empieza a ser más aceptado (incluso por la ideología biomédica) que, por poner otro ejemplo, se puede ser varón y ser de género femenino, como el caso de las transexuales de hombre a mujer que tanta repercusión mediática acaparan (aunque la ideología biomédica utilice esta situación para justificar las llamadas operaciones de cambio de sexo). Pero todavía cuesta más aceptar que el sexo como categoría no debería significar más allá que una estructura de carne, sangre, huesos... Y esto es así porque el género construye el sexo; aún hoy somos incapaces de dejar de proyectar en un cuerpo de varón o mujer todas esas ideas sociales sobre lo que supuestamente somos las mujeres y los hombres y sobre el lugar social que ocupamos por serlo. Más aún, puesto que estas tres categorías se construyen socialmente pueden ser, y de hecho son, transformadas a lo largo de la vida de las personas (por ejemplo, la gente suele cambiar de orientación sexual), es decir son móviles. A mí me parece tan sencillo como que la Tierra es redonda y el tiempo relativo, pero también hizo falta tiempo para que en su momento estas certezas científicas fueran asumidas por la mayoría de la ciudadanía. Así que probablemente tengas razón en que hay que seguir explicándolo, aunque yo sospecho que los problemas para entender estas cuestiones suelen ocultar en realidad una absoluta falta de predisposición para comprenderlos. A veces es tan cómodo el inmovilismo!... Tú siempre me hablas de la movilidad como un valor positivo. ..
ROSA. - El movimiento está asociado a la vida, al cambio, a la transformación y también al riesgo. El estatismo es símbolo de muerte, pero también de seguridad y de control. Las ideas de movilidad y de parálisis me remiten a una obra de Barbara Kruger en la que sobre la figura de una mujer sentada en una silla está inscrita la frase "We have received orders not to move" (Hemos recibido órdenes de no movernos). Alude a la estructuración patriarcal para la que el principio masculino es altamente móvil mientras que a las mujeres se nos asigna el rol de permanecer en la casa, de proteger a la familia. Y si desobedecemos esta ley podemos ser castigadas. Creo que las mujeres debemos luchar por ser tan libres como los hombres para inventar nuestro destino fuera de los roles de género preasignados. Soy plenamente consciente de que hay un componente económico -y de clase- fundamental para construir la propia libertad, pero es muy saludable desterritorializarse, ser nómada, salir de los esquemas en que se nos quiere encuadrar. A esos tránsitos continuas se refiere la noción de "significantes flotantes" de Levy Strauss, que habla de la identidad como algo cambiante, móvil, intercambiable, que pone en cuestión los esencialismos a los que se agarran los inmovilistas. Los mapas de las identidades humanas hay que redibujarlos constantemente, pero a ti el que parece darte mayores dolores de cabeza es el del genoma humano...
ARAKIS.- Desde luego hay científicas y científicos muy serios en esto del genoma humano que han concluido que nos parecemos mucho a los insectos o que muchas veces hay más diferencias entre miembros de una misma raza que entre miembros de razas distintas. Pero también están los pesados de siempre, que ahora vuelven otra vez con el rollo del gen de la homosexualidad, con los estudios sobre los cerebros de hombres y mujeres, o de pobres y ricos, blancos y negros... Y casualmente esos estudios siempre arrojan resultados a favor de los hombres heterosexuales blancos ricos... No me digas que no es para tirarse por el suelo de risa sino fuera por las graves consecuencias sociales que acarrean. . . Y encima ahora con el mapa del genoma humano ese discurso tan fascista que sitúa a los individuos en la sociedad según sus características "naturales", o ahora "genéticas", es más difícil de rebatir porque se ha sofisticado muchísimo. Pero como dice la antropóloga Lourdes Méndez en "Os Labirintos do Corpo": por muy sofisticados que sean esos discursos lo más sensato es mantener el escepticismo frente a ellos hasta que poseamos las herramientas para analizarlos y rebatirlos. Yo desde luego no me creo nada de ese rollo del gen de no se qué que caracteriza la conducta humana. Hay que distinguir, por ejemplo, entre el gen causante de un cáncer y el de la homosexualidad. Lo uno es una característica física (biológica) y lo otro es una característica social, de conducta social. Hace un tiempo estuve en un congreso de sexología escuchando los planteamientos de Simón Le Uay (uno de los defensores de la existencia del gen causante de la homosexualidad) -que, por cierto, él mismo se declara gay-, y la conclusión que obtuve es que dudo mucho que sus genes tengan algo que ver en cómo le ha dejado el cerebro como se llame el OPUS DEI en EE.UU. Los estudios en los que basaba sus afirmaciones eran un compendio de todo tipo de curiosidades entre las que no se encontraba la del rigor científico. ¡Eso sí que era un circo! Siete necropsias de siete cadáveres de varones fallecidos por HIU avalaban su hipótesis. REPUGNANTE!!!!!!!. Además esa manía por naturalizar el sexo, el género y la sexualidad no se limita únicamente a la especie humana si no que se extiende al resto del reino animal, cuando ya hace tiempo que habíamos quedado en que la especie humana se diferenciaba de las otras especies que pueblan el planeta entre otras cosas por sus capacidades cognitivas. Y, ¿qué me dices de la capacidad de amar...?. Oh L'amour, L'amour! Tú estabas muy preocupada por incluir en la exposición las relaciones amorosas.
ROSA.- El amor es un ejemplo extraordinario de la posibilidad de abandonar la propia identidad para habitar temporalmente el cuerpo de otro. El amor es una forma privilegiada de encontrarse con el otro, de renovarse, de no morir... El amor es como los diamantes: algunos se construyen tallándolos lentamente durante días y días; otros son el resultado de un golpe certero... Hay amores sexuales y amores platónicos. La amistad es una forma de amor no sexual maravillosa. . . Las exposiciones son también un acto de amor. Hay en ellas una enorme concentración de energía, una voluntad de comunicar, de acercarse a los otros, de gratificarlos, de compartir una visión del mundo. . . De hecho, la fantasmática del amor, el sexo y la convivencia está presente en muchos de los trabajos de esta exposición. En el campo teórico, El nuevo desorden amoroso de Pascal Brückner y Alain Finkielkraut ha sido fundamental para perfilar los nuevos devenires de las relaciones amorosas: dos hombres recogen las ideas de muchas feministas y ven el devenir-mujer de Deleuze como una esperanza para reinventar la sexualidad (que es la forma primordial de fiscalizar el amor en nuestra cultura). Ellos hablan de la ideología utilitarista del orgasmo, de la tiranía de lo genital, de la reducción de la sexualidad al bajo vientre, que es el último territorio privado del hombre occidental. Se preguntan si la "sexualidad" (de la represión a la liberación) no es un conjunto de conductas construidas por un Orden que quiere fijar el deseo en un espacio controlable. Dicen que la pretendida liberación sexual quizás sólo ses el argumento del erotismo masculino para rendir la disponibilidad total de los posibles objetos sexuales al macho. Constatan cómo el sueno del macho medio de la Europa actual es que su amante (sea hombre o mujer, sea esposa o prostituta) se dirija a él diciendo "tu pene me fascina, tu goce me maravilla". La pornografía y la prostitución son los síntomas más extremos, y más claros, de esta situación. En la pornografía es obvio el despotismo mecánico y disciplinario de lo genital así como la fantasía de que la seducción no es necesaria, que no hay trámites, obstáculos ni bloqueos personales para conseguir el placer. La pornografía es la escenificación del poder que el cuerpo masculino sueña con ejercer sobre la feminidad esclavizándola a sus fantasmas. El dinero sirve para comprar la docilidad y compensar la falta de consideración del hombre por los deseos de su pareja. Aunque lo simule, la prostituta no es un cuerpo que goza, sino un cuerpo que trabaja. De hecho, la prostitución no es mas inmoral que el trabajo del peón, del ejecutivo, del artista, del escritor. El interés por el salario es la característica común a la mayoría de los trabajadores. Y la prostitución es un modelo de política contractual. Como también lo es el matrimonio, con sus obligaciones y sus prohibiciones. A estas tiranías sociales se añade la "tiranía del cuerpo": la imposición de los cañones de belleza por parte de los medios de masas... En este contexto los travestís fluctúan entre el inconformismo respecto a su propio cuerpo y la desbordante acentuación de los atributos femeninos. ¿Cómo ves tú estos asuntos?
ARAKIS. - Jajaja.. . Me temo que el incomformismo con el propio cuerpo no es patrimonio exclusiva de las y los travestís, si no dime tú qué hacen abiertas todas esas clínicas especializadas en "remodelar" el cuerpo según los cánones de belleza al uso, y ¡7 estaremos de acuerdo en que precisamente siguen abiertas por las mujeres que las frecuentan. La presión social para ajustarse a un canon corporal se ha especializado en el colectivo de las mujeres y a sus companeras de género las travestís (de hombre a mujer) desde luego también les toca su parte. Pero, para responder a lo del travestismo: desde los 80 se ha puesto de moda decir que el/la Travestí es la figura del inconformismo, argumentando que representa esta idea en general de una manera muy gráfica y contundente. En parte estoy de acuerdo. Es el punto crítico del sistema de géneros patriarcal naturalista, y como ya sabemos este sistema es una de las trampas fundamentales para salvaguardar el status quo. . . En cuanto a lo de la desbordante acentuación de los atributos femeninos... para empezar la feminidad es un invento de los hombres y bien es verdad que muchas travestís, transexuales, drag queens etc... adquieren lo peor de estos estereotipos y tienen un discursa tremendamente machista, y yo comparto las tradicionales criticas feministas sobre este respecto, Aquí es donde no estoy de acuerdo con que la figura del/la trevesti personifique el inconformismo. Cuando acabamos de clausurar los 90 hemos podido ver cómo las travestís, drag queens o transexuales que no cuestionan los roles que se imponen a las mujeres y que las sitúan socialmente debajo de los hombres han obtenido el éxito mayoritario y para mi esas figuras representan el conformismo. Pero de todas formas, las cosas también suelen ser más complicadas. Dos personas vestidas de la misma forma, por ejemplo dos travestís tipo Marilyn Monroe, aparentemente idénticas, pueden tener dos discursos completamente opuestos dependiendo de su actitud; cada contexto suele presentar circunstancias y estrategias diferentes. Hay que analizar y comprender las cosas en sus contextos, porque el sentido se crea en un entorno determinado. Pero, desde luego, aunque no sea lo que comunmente aparezca en los medios de comunicación, también hay muchas travestís que además de serlo son inteligentes, e incluso activistas feministas, marxistas, nacionalistas... o lo que sea, el género humano es tan variado... Aunque pocas, también ha habido casos de, por ejemplo, "drag queens" mediáticas que se ha ocupado de criticar la misoginia y las cuestiones de clase y raza en los estilos de vida gay hipercapitalistas y que incluso han cuestionado directamente esa figura de las drag queens a la que tú te refieres y que los medios de comunicación han catapultado. ¡Me encanta la gente que critica con fundamento! Y hay tanto que criticar... Por ejemplo, ¿qué te parecen las relaciones de poder en el matrimonio o la prostitución...?
ROSA.- En todas las relaciones de intercambio (libidinal, económico, cultural...) hay una política del dominio sobre la que hay que reflexionar.
El contrato patriarcal (sea este el efímero de la prostitución, el matrimonial, el paterno-filial o el laboral) conlleva la voluntad de someter al otro. La modelización económica supone que el varón agresivo o el patrón explotador compran la sumisión y el aguante de la persona que depende de ellos para satisfacer sus propios intereses, sean éstos afectivos, económicos o simplemente de estatus social. Cuando el esclavo se rebela o pone en cuestión la autoridad del "dominante" empieza a ser objeto de ataques a su integridad física o a ser acosado moralmente. El empresario no quiere sólo comprar tu tiempo y tener tu cuerpo encerrado durante la jornada laboral. En el fondo quiere comprar tu conciencia, que te conviertas en un instrumento de su política de productividad y que además creas que eres feliz estando sometido. Esto ocurre también en el arte, cuando a un artista reconocido el mercado le obliga a producir los mismos clichés para asegurarse las ventas. Y ocurre con la posición asignada a las artistas mujeres y a muchos artistas a los que se margina por sus ideologías sexuales o raciales... Como decían irónicamente las Guerrilla Girls: una de las ventajas de ser mujer y artista es que hagas lo que hagas tu arte será inevitablemente etiquetado como femenino. . .
ARAKIS.- Que razón tienen. Demasiado a menudo se utilizan las etiquetas de arte feminista, de mujeres, arte gay, sobre el cuerpo, etc... con la intención de devaluar a las artistas y a sus obras. Esto está conectado con ese interés por desligar el arte de lo social que se percibe en ciertos sectores y que oculta intereses muy mezquinos. En realidad, es un intento por ocultar las desigualdades que existen no sólo en el imaginario colectivo del que proceden los contenidos que plasman las obras de arte sino incluso en los diversos procesos que operan a la hora de producir estas obras. Y esto es algo que afecta especialmente a los colectivos marginados y a las mujeres.

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