Desde el principio del libro Kerouac deja claro que su viaje, su aventura, tiene un itinerario claro, aunque no tiene fechas límite ni planes determinados, había estado tiempo documentándose sobre los sitios que iba a recorrer y sobre la geografía y la historia de su país.
“Había estado estudiando mapas de los Estados Unidos en Paterson durante meses, incluso leyendo libros sobre los pioneros (…)” (p.35)
Cuando llega a Council Bluffs (Iowa) dice:
“Miré afuera. Todo el invierno había estado leyendo cosas de las grandes partidas de carretas que celebraban consejo allí antes de recorrer las rutas de Oregón y Santa Fe; y, claro, ahora sólo había unas cuantas jodidas casas de campo de diversos tipos y tamaños nimbadas por el difuso gris del amanecer”. (p.43)
También pueden verse sus fuentes cuando llega a Harrisburg y señala:
“Creía que toda la soledad de América estaba en el Oeste hasta que el fantasma del Susquehanna me demostró lo contrario. No, también hay soledad en el Este; la misma que Ben Franklin recorrió en su carreta de bueyes cuando era administrador de correos, la misma de cuando George Washington luchaba contra los indios, de cuando Daniel Boone contaba anécdotas a la luz de las linternas en Pennsylvania y prometía encontrar El Paso, de cuando Bradford construyó la carretera y los hombres armaban líos en cabañas de troncos. No había ya grandes espacios en Arizona para el hombrecito, sólo el monte bajo del este de Pennsylvania. Maryland y Virginia, los caminos apartados, las carreteras de negro alquitrán que serpenteaban a lo largo de ríos siniestros como el Susquehanna, el Monongahela, el viejo Potomac y el Monocacy.” (143)
“Había estado estudiando mapas de los Estados Unidos en Paterson durante meses, incluso leyendo libros sobre los pioneros (…)” (p.35)
Cuando llega a Council Bluffs (Iowa) dice:
“Miré afuera. Todo el invierno había estado leyendo cosas de las grandes partidas de carretas que celebraban consejo allí antes de recorrer las rutas de Oregón y Santa Fe; y, claro, ahora sólo había unas cuantas jodidas casas de campo de diversos tipos y tamaños nimbadas por el difuso gris del amanecer”. (p.43)
También pueden verse sus fuentes cuando llega a Harrisburg y señala:
“Creía que toda la soledad de América estaba en el Oeste hasta que el fantasma del Susquehanna me demostró lo contrario. No, también hay soledad en el Este; la misma que Ben Franklin recorrió en su carreta de bueyes cuando era administrador de correos, la misma de cuando George Washington luchaba contra los indios, de cuando Daniel Boone contaba anécdotas a la luz de las linternas en Pennsylvania y prometía encontrar El Paso, de cuando Bradford construyó la carretera y los hombres armaban líos en cabañas de troncos. No había ya grandes espacios en Arizona para el hombrecito, sólo el monte bajo del este de Pennsylvania. Maryland y Virginia, los caminos apartados, las carreteras de negro alquitrán que serpenteaban a lo largo de ríos siniestros como el Susquehanna, el Monongahela, el viejo Potomac y el Monocacy.” (143)
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