Edad Contemporánea






































Impresionismo. La fugacidad del tiempo atmosférico

Los pintores impresionistas no se definen a ellos mismos bajo este apelativo. El término les es impuesto de modo peyorativo por el crítico Louis Leroy, al ver la obra de Monet Impresión sol naciente pintada en 1872 y expuesta en la exposición del 74. Al día siguiente de ésta, parafraseando el título del cuadro para burlarse de él, Leroy bautiza el nuevo movimiento.
Estos pintores provocan un gran escándalo ya que el refinado público del momento no está preparado para aceptar una revolución como la que ellos proponen. Las burlas y duras críticas a las que son sometidos les llevan a posteriori al éxito. Su máximo reconocimiento se afianza ya entrado el siglo XX.
En la pintura impresionista pueden apreciarse grandes cambios en cuanto al concepto de tiempo. A finales del siglo XIX tienen gran impacto en la sociedad dos elementos: el ferrocarril y la fotografía.
Con el ferrocarril se experimenta por primera vez el concepto de velocidad. La retina capta así una "realidad distorsionada". Los pintores impresionistas lo representan continuamente en sus cuadros, como hace por ejemplo Monet en La estación de San Lázaro.
La fotografía demuestra que lo que determina la visión es el color y no el dibujo, con ello se rompen planteamientos clasicistas anteriores. La fotografía trae consigo el concepto de la instantánea, que es tan utilizado por Degas para sus composiciones de bailarinas. Los caballos pintados por Degas también están relacionados con la velocidad y la instantánea.
Además, la aparición del óleo en tubo, que se generaliza a mediados del XIX, trae consigo una consecuencia muy revolucionaria, ya que el artista no tiene por quÉ elaborar cuidadosamente los pigmentos, de ahí que el pintor salga del taller para pintar al aire libre. Es la era de los relojes, el tiempo es un tema que obsesiona al hombre y en particular al pintor. La técnica de los nuevos pintores necesita de una pincelada rápida y hábil.
El estar al aire libre revela una nueva realidad, una realidad llena de luz, gracias a cuya proyección es posible el color. Los pintores impresionistas se levantan por la mañana temprano y salen a sus caminatas por el campo, a lo largo de las riberas del Sena o por las calles de París, con los caballetes a la espalda, a encontrar sitios propicios, posibles paisajes o escenas que pintar. A estos artistas les interesa explorar plásticamente la experiencia visual de pintar al aire libre. Se dedican a registrar la vida y los fenómenos de su propia época pero sobre todo quieren captar la impresión que la realidad les inspira en el instante en que la ven. Así, si en la tradición artística se plasmaba a la realidad como supuestamente estable, ellos la cambian por una transitoria.
El paisaje es el tema principal de la pintura impresionista. Ofrece un campo donde todos los intereses de los impresionistas se ven concentrados: el aire libre, el contacto con la Naturaleza, el encuentro con la Luz. Ésta es modificada con el paso del tiempo y los matices de color van cambiando a medida que avanza el día. Dentro del paisaje, también es frecuente el tema de la representación del agua de la nieve y el hielo. Se aman las superficies en que los reflejos y los matices cromático-lumínicos se hacen infinitos. La aparición de la figura es menos frecuente, y si lo hace es rodeada de paisaje.
Las obras impresionistas enfatizan la espontaneidad e inmediatez de la visión y de la reacción. Su preocupación por el tiempo tiene especial significación, sobre todo en el caso de Monet, que se esforzó por relacionar luz, tiempo y lugar en una secuencia de imágenes seriales de catedrales y estanques con lirios.

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