Singin´ in the rain, además de constituir un curiosísimo documento sobre el espectáculo norteamericano y sobre toda una época como veremos a continuación, supone, por otra parte, el triunfo de una fórmula de cine musical. Ésta se basa en la perfecta simbiosis de argumento, música y baile para contar una historia. Los números musicales surgen como expresión de las emociones de los personajes o como efecto dramático al servicio del desarrollo de la acción. Es decir, la canción y la danza pueden sustituir al diálogo como discurso argumental. M-G-M, que en esta época disponía de los mejores profesionales y los recursos más sofisticados, llevó este concepto a su más alto grado de perfección, en una definitiva fusión de todos los elementos expresivos: música, coreografía, movimientos de cámara, escenografía, iluminación, color y montaje.
Bertrand Tavernier y Jean-Pierre Coursodon dicen a este respecto de la película:
Comden y Green dan al film una textura de excepcional riqueza encajando cada secuencia en la lógica de la situación. Secuencias de una calidad tal que la menor de ellas podría servir de “número fuerte” a cualquier musical más que honesto. Integrados a través de una construcción perfectamente equilibrada, componen una obra que cabe razonablemente considerar como cumbre absoluta del género[1].
[1] TAVERNIER, B. Y COURSON, J.P. 50 años de cine norteamericano. Madrid, Akal, 1997. Tomo 1, p.648
Bertrand Tavernier y Jean-Pierre Coursodon dicen a este respecto de la película:
Comden y Green dan al film una textura de excepcional riqueza encajando cada secuencia en la lógica de la situación. Secuencias de una calidad tal que la menor de ellas podría servir de “número fuerte” a cualquier musical más que honesto. Integrados a través de una construcción perfectamente equilibrada, componen una obra que cabe razonablemente considerar como cumbre absoluta del género[1].
[1] TAVERNIER, B. Y COURSON, J.P. 50 años de cine norteamericano. Madrid, Akal, 1997. Tomo 1, p.648
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