Por Clara Aparicio Yoldi
2001
Ambiente cultural de Argentina en los años cincuenta y sesenta:
Antes de los años 50 Argentina poseía una cultura híbrida que provenía de la asimilación de las corrientes europeas fundidas con tradiciones más locales. Sus fuentes literarias eran predominantemente españolas y sus fuentes artísticas esencialmente francesas.
La caída de Perón en 1955 cambia en muchos aspectos la vida de Argentina. Se crea una atmósfera de optimismo y modernización y un ambiente de expansión cultural e intelectual. Los artistas argentinos, además de estar en contacto con los progresos de las vanguardias europeas, siguen la evolución del Expresionismo Abstracto en Norteamérica.
En Buenos Aires el arte se renueva con la ayuda del crítico Jorge Romero Brest, gran impulsor del arte contemporáneo que, en 1956, es nombrado director del Museo Nacional de Bellas Artes, donde desarrolla un importante programa de exposiciones de jóvenes artistas y extranjeros. La revista semanal Primera Plana comenta los libros y los acontecimientos culturales que apoyan los cambios producidos en la sociedad algo conservadora de Buenos Aires. La librería francesa local "Galatea" lleva las últimas novedades parisinas, y la capital, de una manera similar a París, se convierte en una especie de "sociedad de café". Se crea un entorno intelectual dominado por eruditos importantes como Oscar Massota. Allí los artistas pueden oír discusiones sobre Sartre o Freud.La filosofía existencialista, que domina el mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial, y que en el arte se está manifestando con el Informalismo en Europa y con el Expresionismo Abstracto en Estados Unidos, domina ahora también el ambiente cultural de Buenos Aires. Sin embargo, a pesar de este desarrollo del pensamiento intelectual, en los tempranos años sesenta todavía no existe conexión entre la vanguardia y la política. Será a partir de finales de esta década cuando el arte empiece a estar dominado, básicamente hasta nuestros días, por la ideología política.
Ambiente cultural de Argentina en los años cincuenta y sesenta:
Antes de los años 50 Argentina poseía una cultura híbrida que provenía de la asimilación de las corrientes europeas fundidas con tradiciones más locales. Sus fuentes literarias eran predominantemente españolas y sus fuentes artísticas esencialmente francesas.
La caída de Perón en 1955 cambia en muchos aspectos la vida de Argentina. Se crea una atmósfera de optimismo y modernización y un ambiente de expansión cultural e intelectual. Los artistas argentinos, además de estar en contacto con los progresos de las vanguardias europeas, siguen la evolución del Expresionismo Abstracto en Norteamérica.
En Buenos Aires el arte se renueva con la ayuda del crítico Jorge Romero Brest, gran impulsor del arte contemporáneo que, en 1956, es nombrado director del Museo Nacional de Bellas Artes, donde desarrolla un importante programa de exposiciones de jóvenes artistas y extranjeros. La revista semanal Primera Plana comenta los libros y los acontecimientos culturales que apoyan los cambios producidos en la sociedad algo conservadora de Buenos Aires. La librería francesa local "Galatea" lleva las últimas novedades parisinas, y la capital, de una manera similar a París, se convierte en una especie de "sociedad de café". Se crea un entorno intelectual dominado por eruditos importantes como Oscar Massota. Allí los artistas pueden oír discusiones sobre Sartre o Freud.La filosofía existencialista, que domina el mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial, y que en el arte se está manifestando con el Informalismo en Europa y con el Expresionismo Abstracto en Estados Unidos, domina ahora también el ambiente cultural de Buenos Aires. Sin embargo, a pesar de este desarrollo del pensamiento intelectual, en los tempranos años sesenta todavía no existe conexión entre la vanguardia y la política. Será a partir de finales de esta década cuando el arte empiece a estar dominado, básicamente hasta nuestros días, por la ideología política.
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