Evolución artística de Argentina tras la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial cierra y comienza etapas de la vida económica, política y social, lo que repercute naturalmente en el proceso artístico. El fenómeno migratorio de artistas e intelectuales hacia América, a raíz de dicho conflicto, garantiza la continuidad y evolución de las vanguardias europeas, cuyas pautas ya se encuentran en las primeras décadas del siglo. Los movimientos hijos del romanticismo y del impresionismo (el expresionismo, el fauvismo, el cubismo, el futurismo, el surrealismo y el dadá) posibilitan las condiciones para el surgimiento de un nuevo lenguaje, al romper con el principio tradicional en el arte de la pintura y escultura académicas: imitar a la naturaleza. En París, durante los años anteriores a la guerra, se van a concretar artistas que se introducen en el campo de la abstracción. En 1930 se funda el grupo Arte Concreto, que establece la diferencia con la tradición del arte abstracto hasta ese momento, ya que este último tiene como punto de partida la naturaleza hasta llegar a una síntesis de la misma; en cambio, el punto de partida de los concretos es la mente.
Así como el cubismo y el fauvismo son los puntos de referencia en la iniciación de un nuevo lenguaje plástico en Argentina hacia 1920, la pintura concreta es el punto de partida de la abstracción en el arte argentino en la década de los 40.
Es a partir de 1944 cuando los artistas argentinos se “ponen al día” con las vanguardias europeas y son los artistas concretos los que se encargan de hacerlo. Es necesario reconocer y señalar el liderazgo cultural de Europa, encargada de dictar las pautas artísticas que van a ser retomadas y desarrolladas por las vanguardias en Argentina. Por supuesto que este “ponerse al día es un llegar al día siguiente -como afirma Luis Felipe Noé- porque esa pretensión significa no estar en la apertura de caminos, en la determinación de rumbos, en la vanguardia, en definitiva, sino en una actitud dependiente: el día lo determinan otros y nosotros, luego, nos ponemos al día”
[1]. La actitud de dependencia cultural desfasada temporalmente de sus fuentes es la característica del arte argentino hasta 1944.
Desde 1944 puede hablarse de una sincronización temporal con las vanguardias europeas. Perdura una actitud expectante hacia el arte europeo, característica del colonialismo cultural de Argentina, pero la ruptura del desfase temporal en las investigaciones artísticas desafía el “provincialismo cultural”, que era la forma manifiesta más obvia de esa dependencia cultural.
El desarrollo de las vanguardias en Argentina a partir de los años 40 corre paralelo a los movimientos vanguardistas europeos. Se dan ahora en Argentina las primeras experiencias de la abstracción, geométrica primero y lírica después, que no se limitan a recoger las teorías vigentes en ese momento en Europa, sino que desarrollan notables avances con respecto a las mismas. En 1956 surge la Asociación Arte Nuevo con el fin de difundir por medio de cursos, publicaciones, conferencias y exposiciones las investigaciones de la plástica no-figurativa en Argentina. El Informalismo se inicia como movimiento coherente con la exposición realizada en 1959 en la Galería Van Riel. En 1958 surge el grupo Boa, conjunto heterogéneo de artistas a quienes podemos acercar a la abstracción lírica por su imagen, aunque se llamaban a sí mismos surrealistas por la actitud, ya que apelaban al automatismo psíquico para la creación artística.
En 1961 se inicia el movimiento neofigurativo en Argentina con motivo de una exposición en la Galería Peuser de Buenos Aires en la que participan entre otros: Ernesto Deira, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé y Jorge de la Vega. Este grupo de cuatro artistas, de los que hablaré a continuación, es denominado por la crítica “Nueva Figuración”, término que aplica por primera vez el francés Michel Ragon con motivo de esta exposición y que es esencialmente una traducción de los términos “art-autre” o “informalismo”, inventados a principios de los años cincuenta por el crítico también francés Michel Tapiè.Este grupo realiza su obra a la par de las vanguardias mundiales y altera de esta manera ese fenómeno típico de los países del tercer mundo, que es su habitual retardo respecto de las otras vanguardias.

[1] Abraham Haber: La pintura argentina, Centro Editor de América Latina, 1975, p.33.

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