La pesadilla que tiene el Goya anciano de Burdeos está situada en los jardines de Aranjuez en un hermoso y soleado día otoñal. Aparece una gran explanada de hierba con sauces llorones que se extiende hacia el palacio, un edificio de ladrillo rojo y piedra de mampostería influenciado por la arquitectura francesa. Todo está vacío pero, poco a poco, van surgiendo montones de mujeres y niños que juegan, pasean y conversan en la explanada.
El ambiente es bucólico y recrea un mundo que recuerda, en las distintas escenas populares teñidas por colores pastel, a los cartones que hizo Goya para la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
Aparecen numerosos tornasoles, amazonas que cabalgan a lo lejos, coches de caballos, columpios que penden de las ramas de los árboles (El columpio, serie de 1780, Museo del Prado), niños jugando con yoyós, cuerdas, aros, o manteando un muñeco (El pelele, serie de 1791-92) etc. Aparecen unos jardineros que han encendido una fogata, campesinos con carretillas, bandadas de pájaros revolotean en el cielo (Pájaros volando, serie de 1786-87), etc. y los rayos del sol se cuelan entre las amarillentas y rojizas hojas de los árboles, todo ello evocando claramente a los cartones para tapices.
Un grupo de elegantes mujeres de la aristocracia conversan y ríen divertidas. De repente, sin venir a cuento, todas las mujeres miran al frente y detienen sus movimientos como si fueran las modelos de un cuadro. Entre ellas está la duquesa de Alba joven y hermosa, con un vestido blanco ajustado en la cintura por una ancha cinta roja, con un lazo prendido en el vestido y otro en el cabello, ambos también rojos, y un collar del mismo color. Es la recreación del retrato que de ella pintó Goya en 1795: La duquesa de Alba (Madrid, Colección particular).
El ambiente es bucólico y recrea un mundo que recuerda, en las distintas escenas populares teñidas por colores pastel, a los cartones que hizo Goya para la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
Aparecen numerosos tornasoles, amazonas que cabalgan a lo lejos, coches de caballos, columpios que penden de las ramas de los árboles (El columpio, serie de 1780, Museo del Prado), niños jugando con yoyós, cuerdas, aros, o manteando un muñeco (El pelele, serie de 1791-92) etc. Aparecen unos jardineros que han encendido una fogata, campesinos con carretillas, bandadas de pájaros revolotean en el cielo (Pájaros volando, serie de 1786-87), etc. y los rayos del sol se cuelan entre las amarillentas y rojizas hojas de los árboles, todo ello evocando claramente a los cartones para tapices.
Un grupo de elegantes mujeres de la aristocracia conversan y ríen divertidas. De repente, sin venir a cuento, todas las mujeres miran al frente y detienen sus movimientos como si fueran las modelos de un cuadro. Entre ellas está la duquesa de Alba joven y hermosa, con un vestido blanco ajustado en la cintura por una ancha cinta roja, con un lazo prendido en el vestido y otro en el cabello, ambos también rojos, y un collar del mismo color. Es la recreación del retrato que de ella pintó Goya en 1795: La duquesa de Alba (Madrid, Colección particular).
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