"Otra figuración" y teoría de "cuadro fragmentado"

Como dijo Luis Felipe de Noé con motivo de su primera exposición con el grupo “Nueva Figuración” en 1961: “ Otra figuración no es otra vez figuración. El hombre de hoy no está guardado detrás de su propia imagen. Está en permanente relación existencial con sus semejantes y las cosas. Ese elemento relación considero que es fundamental en otra figuración. Las cosas no se consumen entre sí”[1]. Puede encontrarse en esta declaración una gran influencia de Sartre y de la corriente existencialista.
Esta nueva figuración busca una nueva imagen del hombre, una imagen que no sea hipócrita, que muestre a las figuras en su cruda realidad. El contexto que las envuelve es siempre dramático y desgarrante. Ahora el artista se reubica frente al mundo, y ya no se expresa ante el problema existencial dramáticamente o buscando nuevos recursos para la evasión, sino que se enfrenta a él en una nueva relación. Representa el mundo tal como es, grotesco y absurdo, distorsiona las imágenes que a veces resultan agresivas y burlescas y señala con humor sombrío la impotencia del hombre que desesperado vive y lucha por su propia dignidad.
Las obras de estos cuatro artistas tienen características comunes que aparecen continuamente en sus lienzos y que muestran muy bien esta nueva relación de la figura con su entorno. Las figuras recuerdan a las del expresionismo (como las figuras monstruosas y oprimidas de Macció en Cárcel=hombre de 1963), o tienen rasgos infantiles (como los felinos de Jorge de la Vega), o sus formas son esbozadas recordando la gestualidad primitiva.
El entorno de estas figuras aparece representado en sus cuadros mediante chorreos pictóricos (Music hall de Jorge de la Vega, 1963), collages (Conflicto anamórfico, de la serie Anamorfosis de Jorge de la Vega, 1964), formas geométricas de colores planos (Vivir sin seguro de Rómulo Macció, 1963), marañas de líneas (Adán y Eva de Ernesto Deira, 1963) o magmas matérico-expresionistas (Convocatoria a la barbarie de Luis Felipe Noé, 1961).
En este enfrentamiento entre la figura y su entorno puede observarse la aplicación a sus obras de la teoría de “cuadro fragmentado” de Luis Felipe Noé. Es esta teoría una nueva propuesta que plantea la disolución estructural, la pérdida de la unidad de visión. El cuadro se divide para oponer distintas estructuras. Estas oposiciones surgen, como hemos visto, desarticulando el espacio pictórico, creando espacios ambiguos: mediante la utilización de dos técnicas distintas en fondo y figura o de dos estilos diferentes, mezclando la planitud y el volumen, la perspectiva con el espacio indeterminado, oponiendo el tema del caos con un tema histórico o específico de la vida urbana (El incendio del Jockey Club de Luis Felipe Noé, 1963), etc. El cuadro se desbordará en una división primero, y después en el agregado y oposición de estructuras. Introducción a la esperanza de Luis Felipe Noé (1963) es un claro ejemplo de dicho desborde en donde se suman en la parte superior otras subestructuras.

[1] Abraham Haber: La pintura argentina, Centro Editor de América Latina, 1975, p.51.

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