Ambiente artístico en la España de los 50 y el grupo El Paso

En España el informalismo alcanza un enorme auge en la década de los cincuenta en una generación de artistas cuyos lenguajes fluctúan entre el informalismo europeo y el expresionismo abstracto americano. Tras la explosión cubista y surrealista llevada a cabo a principios del siglo XX por Picasso, Dalí y Miró, entre otros, el arte español se encuentra estancado, debido también a las consecuencias de una posguerra que paraliza la actividad artística.
En Zaragoza a finales de los años cuarenta, un grupo de jóvenes pintores, con inquietudes renovadoras y ganas de desmarcarse de las tendencias pictóricas del momento, se reúnen en una librería de la ciudad dando lugar a la creación del Grupo Pórtico. Exactamente igual ocurre diez años después en Madrid, cuando un grupo de jóvenes artistas se reúnen alrededor de la Librería Bucholz y dan lugar a la formación del Grupo El Paso, que refleja sus ideas e inquietudes a través de un Manifiesto que ve la luz en los primeros meses de 1957. Es así como nace el grupo El Paso, cuyos miembros –Rafael Canogar (1935), Luis Feito (1929), Juana Francés (1924-1990), Manuel Millares (1921-1972), Antonio Saura (1930-1998), Manuel Rivera (1927-1955), Pablo Serrano (1908-1985), Antonio Suárez (1923), Martín Chirino (1925), Manuel Viola (1916-1987) y los escritores Manuel Conde y José Ayllón- renuevan por completo la pintura española contemporánea.
España vive en los años de posguerra inmersa en el aislamiento internacional y sumida en una crisis social y política. El grupo El Paso supone una expresión de arte colectivo que rompe la total atonía del mundo creativo español. Es una propuesta que reúne a pintores y escultores de muy diferenciada personalidad pero con una misma visión sobre la función del arte.
Sin adscribirse a ninguna tendencia artística definida y con la ambición de sumar a su propuesta a escritores, cineastas, músicos y arquitectos, los artistas que forman El Paso comienzan un capítulo nuevo en la historia del arte español. Nace una vanguardia libre después de dos décadas de silencio creativo con una idea clara de compromiso con su tiempo. La sociedad artística en la que irrumpe el grupo El Paso es definida en su manifiesto fundacional, publicado en 1957.

“EL PASO es una actividad que pretende crear un nuevo estado del espíritu dentro del mundo artístico español.

EL PASO nace como consecuencia de la agrupación de varios pintores y escritores que por distintos caminos han comprendido la necesidad moral de realizar una acción dentro de su país. EL PASO pretende crear un ambiente que permita el libre desenvolvimiento del arte y del artista, y luchará por superar la aguda crisis por la que atraviesa España en el campo de las artes visuales (sus causas: la falta de museos y de coleccionistas, la ausencia de una crítica responsable, la radical separación entre las diferentes actividades artísticas, la artificial solución de la emigración artísticas, etc.). Creemos que nuestro arte no será válido mientras no contenga una inquietud coincidente con los signos de la época, realizando una apasionada toma de contacto con las más renovadoras corrientes artísticas”.[1]

Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Manuel Rivera, Pablo Serrano, Antonio Suárez, Manuel Conde y José Ayllón constituyen la primera formación de El Paso, desde sus iniciales contactos en 1955; en los años siguientes Martin Chirino y Manuel Viola incorporan sus nombres al grupo, mientras se alejan definitivamente Francés y Serrano.
Todos ellos poseen una trayectoria previa individualizada, marcada por corrientes artísticas diferenciadas: figuración estilizada y geométrica (Suárez y Rivera), del cubismo (Feito), de un cierto expresionismo hierático (Francés), de sugerencias primitivistas (Millares, Chirino) o del surrealismo (Saura). Aunque todos pueden agruparse bajo la tendencia del informalismo, no se trata de un grupo homogéneo, pero tienen en común su entorno, su generación, todos leen los mismos libros y ven las mismas exposiciones. Todos realizan el viaje a París, en el momento de Fautrier, Dubuffet, Wols, Mathieu o Stael. Después llega el conocimiento de la pintura norteamericana del momento: Pollock, Rothko, Kline, Still o De Kooning... que cada uno asimila a su manera.
Pero ninguna influencia exterior consigue nunca eliminar la profunda sensación de pertenencia a una tradición propia. Los miembros de El Paso comparten una visión como herederos de la España negra, con Solana como referente imprescindible. Y, por supuesto, la materia como elemento definitorio y primordial del espíritu informalista. Su principal medio de expresión es la pincelada violenta y empastada, el arañazo al lienzo, el dripping, el empleo de la arpillera, la tela metálica, la arena, los objetos pegados... Pero quizá el elemento definitorio del grupo es el compromiso: una actitud ética, moral y social que convierte el lienzo en un campo de batalla. Dicen en su manifiesto:

“Vamos hacia una plástica revolucionaria -en la que estén presentes nuestra tradición dramática y nuestra directa expresión-, que responda históricamente a una actividad universal.

Conscientes de la inutilidad de la discusión sobre los términos abstracción- figuración, arte constructivo-expresionista, arte colectivo individualidad, etc. Nuestro propósito es el de presentar una obra auténtica y libre, abierta hacia la experimentación e investigación sin fronteras, y no sujeta a cánones exclusivistas o limitativos. Propugnamos un arte recio y profundo, grave y significativo. Luchamos por un arte hacia la salvación de la individualidad, dentro del signo de nuestra época. Nos encaminamos hacia una gran transformación plástica en la cual encontrar la expresión de una nueva realidad. Y hacia una antiacademia en la que el espectador y el artista joven tomen conciencia de su responsabilidad social y espiritual”.[2]

Las primeras conversaciones para la formación del Grupo tienen lugar en el verano de 1956, y en febrero de 1957 se redacta el Manifiesto fundacional. La primera exposición del grupo El Paso tiene lugar en abril de 1957 en la Galería Buchholz de Madrid, y participan en ella todos los miembros del grupo: Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Francés, Manuel Millares, Antonio Saura, Manuel Rivera, Pablo Serrano, Antonio Suárez, Martín Chirino y Manuel Viola.
“Informalismo” y “abstracción” pasan entonces a formar parte del vocabulario artístico del arte. Herederos del surrealismo, el neoconstructivismo y el cubismo, los artistas que crean el grupo El Paso –algunos de ellos, como Saura y Serrano, formados en el extranjero- quieren ir más allá de lo conocido y se lanzan a experimentar con materiales y texturas –la famosa tela de arpillera presente en las obras de Millares, que rompe el lienzo, o las telas metálicas de Rivera- y a adentrarse en la abstracción pictórica.
A partir de entonces, el arte español toma un nuevo rumbo, y es acogido con éxito en exposiciones internacionales y bienales de arte. En 1957, Feito, Millares y Rivera representan al Grupo en la Bienal de Saõ Paulo, donde la crítica internacional los recibe con grandes elogios. El MoMA adquiere varias obras de Millares y Rivera y éste último, además, es invitado a la Bienal de Venecia. Pero justo cuando el Grupo empieza a alcanzar su éxito, en los inicios de 1958, tienen lugar las diferencias y disidencias de algunos de sus miembros. Mientras Saura opta por el informalismo con toques figurativos, Millares crea pinturas en relieve, con telas convertidas en figuras deformadas y andrajos. Feito, por su parte, da relieve a sus cuadros con el uso de grandes cantidades de pintura, que mezcla con arena para dar mayor rugosidad; y Canogar opta por una pintura gestual y agresiva sin ninguna referencia figurativa.
En junio de 1958, el grupo se presenta en la Bienal de Venecia y esto supone su consagración definitiva. A partir de entonces, sus obras se ven en el Museo de Artes Decorativas de París (abril-mayo 1959) y en el MoMA y el Guggenheim de Nueva York (marzo de 1960). Es en ese momento cuando los miembros del grupo consideran que su obra se está utilizando políticamente y cuando empiezan algunos problemas internos que llevan a la disolución de El Paso. En 1960 publican su última comunicación, y pocos meses más tarde, la Galeria L’Attico de Roma acoge la última exposición del grupo.
En su “Última Comunicación”, publicada en mayo de 1960, cuentan los motivos de su fin:

“Cumplido el propósito de la primera etapa que nos habíamos propuesto realizar el Grupo necesita una renovación profunda para afrontar nuevos retos (…) Y en la imposibilidad de llevar a cabo esta nueva etapa (por razones de incompatibilidad de criterios no necesarios de exponer aquí), los componentes de El Paso han decidido terminar su labor conjunta dentro de la comunidad española para continuar de un modo independiente el desarrollo de su obra”.[3]

A ojos de los sectores oficiales el grupo El Paso es un perfecto embajador de la cultura española. La novedad de sus obras ofrece una imagen inédita y moderna del régimen de Franco. En ellos se vuelven a hacer realidad los mitos de la pintura española: rojo y negro, tenebrismo, drama y violencia, religión y muerte.
Hoy resulta difícil digerir esa imagen del El Paso presentado como arte oficial del régimen franquista y es que el grupo no asusta al régimen ya que no hay una crítica explícita en las obras. Su compromiso político es algo gradual. Sólo Viola y Chirino llegan a afiliarse a un partido. Sólo con el tiempo van rechazando su condición de representantes oficiales de un régimen del que no son partidarios.
Quizá no existe una complicidad consciente entre las instituciones del régimen y los artistas de El Paso, pero sí hay un aprovechamiento mutuo.
El informalismo supone un punto y aparte en la historia del arte español y la calidad de sus artistas es indiscutible.

[1] Toussaint, L., 1983, p.179.
[2] Ídem.
[3] Íbidem, p.259.

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