La relación con la escritura y la literatura

Nicolas Surlapierre[1] habla de las relaciones de la obra de Saura con la literatura. El tema de la crucifixión es la trascripción de un ritual cotidiano, y si los fines litúrgicos o teatrales se hayan ausentes en el trabajo de Saura, la relación con la escritura es sensible, sobre todo porque en el momento de la formación de Saura, la influencia de la literatura y de las imágenes literarias opone a los jóvenes artistas españoles.
La Crucifixión se inscribe en una relación fuerte con la escritura (y con las escrituras) en el sentido en que lo entendía posiblemente Malraux a propósito de los Otages de Fautrier cuando evocaba esos “jeroglíficos del sufrimiento”.
La escritura como signo plástico es una clave importante para entrar en la obra de Saura, por varias razones. Para empezar, habría que recordar el poder del surrealismo como segundo plano poético de su obra y la manera en que la escritura automática ha ejercido una influencia en numerosos artistas relacionados con el tachismo, como una técnica de composición pictórica (el gesto) y de manipulación del signo.
Por otra parte, no hay que olvidar que Saura es escritor, poeta, crítico de arte. Estas crucifixiones nos recuerdan finalmente los profundos lazos con la literatura en general, sobre todo porque van más allá de la ilustración. Su serie sobre Don Quijote y La familia de Pascual Duarte de C. J. Cela y la poesía de San Juan de la Cruz o sus lecturas de Kafka prueban su participación en un debate más amplio sobre las relaciones entre escritura y pintura.
La crucifixión toma forma de un “iconotexto”, es decir, referencias literarias en pintura que no se convierten por ello en meras ilustraciones de diferentes episodios de lo escrito sino en una experiencia caligráfica.

[1] Saura, A., 2002, p.48.

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